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Las historias de reencarnación a través de la historia siempre han sido fascinantes y sirven como pruebas convincentes de la ley de causa y efecto, a menudo enfatizada por Maestros iluminados en sus enseñanzas. Entre estas historias, la historia del Venerado Maestro Chin Kung (vegetariano), compartida en los 1980 en China, destaca como uno de los ejemplos más claros. A través de la meditación profunda, él experimentó el viaje de su propia reencarnación durante un período de de 600 años. El monje Chin Kung nació en la familia feudal Li. En marzo de 1989, con el consentimiento de su esposa e hijo, renunció al mundo y se refugió en el budismo. Ni siquiera comprendía por completo por qué se sentía obligado a hacerlo, como si fuera el destino aún no cumplido de una vida anterior. En la noche del 25 de agosto de 1992, la respuesta al por qué el monje Chin Kung estaba destinado a renunciar al mundo y seguir el camino monástico comenzó a revelarse. Después de rendir homenaje al Buda, el monje Chin Kung entró en meditación profunda. Su vision interna se abrió, permitiéndole ser testigo de las diferentes vidas que él había vivido en encarnaciones pasadas. En su primera vida, fue un joven monje de solo 20 años, que había tomado los tres grandes votos y practicado diligentemente durante más de 20 años. A lo largo de su estudio del budismo y la práctica, él hizo muchos buenos acciones y acumuló méritos. Sin embargo, mientras su cuerpo había entrado a la vida monástica, su alma permaneció nublada por el apego al mundo mundano, deseando las bendiciones de la vida humana. Al carecer de un corazón firme, finalmente no pudo escapar de los Seis Reinos del Samsara y cayó en las tres puertas del infierno para soportar el sufrimiento. Durante esa sesión de meditación, el monje Chin Kung también obtuvo una visión de su segunda vida, en la que él aún seguía cosechando los méritos de su primera vida monástica. Renació en una noble familia adinerada, convirtiéndose en un joven señor aristocrático. Todos los días, se entregaba a una vida de placer y lujo, con hasta ocho doncellas sirvientes atendiéndolo. Pero eso no fue todo - también fue extremadamente codicioso de fama y fortuna, cometiendo muchas irregularidades. En su tercera vida, renació en una poderosa familia adinerada y se convirtió en un poderoso general, solo superado por uno pero por encima de muchos otros. Sin embargo, cegado por su sed de poder, cometió actos brutales e inhumanos, lo que provocó que todos sus méritos acumulados fueran completamente borrados. En ese momento, él tuvo hasta 24 criadas, pero su vida estuvo llena de escándalos y controversias. Disfrutó no solo de riqueza y lujos infinitos sino también los manjares más exquisitos. sin que le faltara de nada. Una vez que fue un respetado y noble general, gradualmente perdió el control de sí mismo. Al final, impulsado por su deseo de placer, causó inmenso daño ordenando el castigo de muchos, meramente para satisfacer sus caprichos personales. Incluso llegó a decapitar a gente inocente solo para arrojar sus cabezas al río por diversión. Debido al karma pesado acumulado de las dos vidas anteriores del monje Chin Kung, a su muerte, fue enviado a las tres puertas del infierno y reencarnado repetidamente como varias personas animales. Estos duros castigos eran el precio que tuvo que pagar por los crímenes que cometió en sus vidas pasadas. Entre estas reencarnaciones, hubo tres veces que renació como un sapo. Como había decapitado a muchas personas durante su época como general, se convirtió en sapo sin cuello. Además, tuvo que soportar varios castigos aterradores, como ser golpeado, capturado vivo, decapitado y desollado, todo para resarcir las deudas de su vida pasada. Además, debido a sus glotones hábitos alimenticios, tuvo que soportar más tormentos, reencarnando cuatro veces como una persona pollo salvaje, obligado a valerse por sí mismo en circunstancias difíciles y convertido en presa de otras criaturas. A pesar de soportar incontables sufrimientos a lo largo de siete vidas como un individuo animal, aún no había pagado sus deudas kármicas, que lo llevaron a tres reencarnaciones adicionales como persona cerdo para soportar las consecuencias de sus delitos pasados. Debido a su complacencia en la comida y pereza para cocinar, simplemente se quedaba tumbado esperando a que le sirvieran la comida. No solo tenía para comer sobras y comida en mal estado, sino en su vida de cerdo, también soportó el sufrimiento de ser azotado y descuartizado, pagando el precio por los actos malvados que él cometió en sus dos vidas anteriores debido a su glotonería. Podemos ver que, gracias a la buena fortuna de sus esfuerzos en la práctica durante su primera vida, aún recibió bendiciones y disfrutó de cosas buenas en dos vidas posteriores, aunque no era completamente sincero en ese momento. Sin embargo, estas bendiciones lo llevaron a la indulgencia y la degradación, creando incontables actos de maldad que resultaron en graves consecuencias, obligándolo a caer en el reino de las personas animales en las siguientes diez vidas. Después de experimentar trece vidas de reencarnación durante 600 años, el monje Chin Kung obtuvo una profunda comprensión de la ley de causa y efecto. Se sintió un afortunado de que las semillas de la bondad en su alma una vez más habían comenzado a brotar en su vida actual. Este despertar le llevó de nuevo al camino de la práctica, para renunciar al mundo en concordancia con las enseñanzas de Buda y para buscar sinceramente la liberación. El budismo enseña: “Uno no puede contar con unas pocas buenas raíces, bendiciones y afinidad para nacer en la Tierra Pura.” Esto significa que es imposible alcanzar el renacimiento en la Tierra Pura con solo una pequeña cantidad de buen karma, mérito o afinidad. Para que alguien renazca como humano después de la muerte ya es una proeza increiblemente difícil. Uno se enfrentaría a incontables desafíos solo para nacer como ser humano, así que ¿por qué no abrazar el camino de la práctica sincera y perseguir seriamente la liberación? La historia del monje Chin Kung profundiza nuestra comprensión del significado de la vida humana. Que con esta preciosa existencia, practiquemos diligentemente para buscar la Libertad y regresar a nuestroVerdadero Ser. La Maestra Suprema Ching Hai (vegana) a menudo ha enfatizado la importancia de la ley de causa y efecto. Escuchemos Sus reflexiones sobre este tema en una conferencia que Ella ofreció en mayo de 1999 en Atenas, Grecia. Usted nos contó anteriormente sobre la reencarnación y que los espíritus pueden elegir si reencarnarán o no. Eligen ellos libremente. ¿Qué es, por lo tanto, la ley del karma (retribución)? ¿Y cuáles son las lecciones que tenemos que aprender en cada encarnación? Realmente, no tenemos que aprender nada aquí. Solo tenemos que recordar lo que ya sabemos. Y sobre la ley del karma (retribución), lo que hagamos en este mundo nos afectará, regresará a nosotros. Y algo nos siguen hasta después de la vida física. Por supuesto, si no estamos iluminados, nos seguirá a todas partes. Porque la ley de causa y efecto es que lo que siembras, así cosecharás. Pero a veces el efecto no viene lo suficientemente rápido antes de morir, así que aún está allí, y debemos, por supuesto, cuidar de eso. En el momento de la muerte, el alma puede elegir reencarnarse donde desee, y eso siempre es cierto. Pero debido a que el alma es todo conocimiento y todo justicia, si sabe que durante su vida, ha hecho algo que no es beneficioso para un estado superior, una dimension más alta, entonces él por símismo, el alma misma, elegirá reencarnarse donde quiera que haya una circunstancia apropiada para saldar esta deuda o esta obligación. Es por eso que dije que solo las personas iluminadas tienen una elección superior o inferior ya que él (ellos) realmente pueden elegir.